El desafío para lograr el desarrollo de América Latina pasa necesariamente por transformar nuestra estructura productiva basada fundamentalmente en la extracción y exportación de recursos naturales de baja elaboración, y movernos hacia una economía sustentada en la innovación y el conocimiento, en la capacidad de agregar valor sobre nuestras riquezas, de integrar cadenas productivas y explotar nuestra creatividad.
La oportunidad de avanzar en esa dirección es la economía digital. Pasar del Internet del consumo al Internet de la producción, incrementar la eficiencia en los procesos y ser capaces de poner a las TICs como la infraestructura estratégica del siglo 21.
Hoy solo 1 de cada 4 de los sitios de Internet más visitados en la región son latinoamericanos. En vez de aprovechar la ventana de oportunidad de la economía digital para crear riqueza, estamos siendo consumidores de plataformas y servicios foráneos, transfiriendo riqueza hacia fuera de la región.
Mientras las brechas de acceso y de conectividad se van progresivamente cerrando , no hemos avanzado a la misma velocidad en la construcción de una economía que aproveche Internet para reinventarse. Somos más y más usuarios de Internet, pero no son tantos los nuevos emprendimientos, ni las nuevas aplicaciones, ni los usos productivos innovadores que estamos creando.
Cuando se analiza por qué EE.UU. ha desarrollado tanto más su economía digital que Europa, una de las razones es que pese a tener más o menos la misma población y tamaño económico, es un solo mercado digital y con un mismo idioma.
No es la única razón, pero esa consolidación de un mercado único, de más de 300 millones de habitantes, constituye un espacio natural que favorece y facilita el emprendimiento. Es por ello que la UE definió la creación de un Mercado Único Digital como una de sus prioridades estratégicas, con la finalidad de reducir las barreras entre los países y estructurar un marco normativo propicio para favorecer la economía digital.
Somos 600 millones de latinoamericanos. Más de 500 millones de personas hablan español en el mundo. Y sin embargo son pocos los emprendimientos capaces de cruzar las fronteras nacionales y aprovechar las ventajas de ese enorme mercado potencial.
Siguiendo el ejemplo de Europa, hemos empezado a movernos en la dirección correcta. En el marco de eLAC 2018 -la agenda digital de América Latina que lidera la CEPAL- hemos constituido un grupo de trabajo orientado a proponer a los gobiernos la creación de un mercado único digital. Se trata de identificar barreras y dificultades administrativas, laborales, tributarias, logísticas y regulaciones pre-convergentes, que dificultan la creación de este espacio económico. Es muy distinto para un emprendedor en Chile visualizar un mercado potencial de 17 millones de personas que uno de 600 millones.
El desarrollo de este proyecto no sólo supondría un impacto positivo en la economía con la posibilidad de reconfigurar su estructura productiva, sino que ayudaría a la protección de los consumidores a nivel transfronterizo, el teletrabajo, la generación de regímenes fiscales coherentes, la incorporación de instrumentos que permitan reconocer la jurisdicción de las leyes nacionales, o la estructuración de un marco armónico que otorgue certidumbre respecto a las transacciones electrónicas.
El desafío es complejo. América Latina se ha caracterizado más por una retórica de la integración que por acometer en serio la construcción de un espacio social y económico compartido. Las barreras son altas y seguramente habrá intereses foráneos que intentarán que América Latina no dé este paso, que prefieren seguir extrayendo rentas basadas en la comercialización directa o indirecta de nuestra información personal, mientras pagan impuestos en Irlanda.
Pero este espacio de eLAC tiene la fuerza para proponer algo distinto. Los gobiernos de la región están comprometidos con esta tarea, notablemente los de Chile y México que tienen un rol muy relevante en el impulso de esta iniciativa. Este grupo de trabajo cuenta con gobiernos, empresas, entidades de la sociedad civil, organizaciones financieras (CAF, BID) y la comunidad técnica (LACNIC, ISOC). Es llevar el modelo multistakeholder de la gobernanza de Internet a un espacio concreto de política pública regional. Y las puertas están abiertas a todas las entidades interesadas en participar.
El primer paso es construir un análisis compartido, un diagnóstico que nos permita identificar las barreras que debemos remover. A partir de allí, propondremos un conjunto de iniciativas a implementarse a través de diversos mecanismos multilaterales. Serán de propuestas realistas y ambiciosas para avanzar decididamente en la configuración de este Mercado Único Digital. Se requerirá esfuerzo y voluntad por parte de todos los actores involucrados para instrumentalizar los acuerdos que se alcancen. Se trata de un reto importante, pero también de una oportunidad extraordinaria que merece la pena impulsar.