El Proyecto Mesoamérica PM que originalmente fue el Plan Puebla Panamá surgió como una iniciativa de México con el propósito de contribuir a mejorar la calidad de vida de los habitantes de los países centroamericanos y los estados del suroeste de México.
Posteriormente el proyecto se convierte en un espacio político de alto nivel dirigido a articular y generar la sinergia necesaria entre los distintos esfuerzos de cooperación, desarrollo e integración de la región mesoamericana compuesta por Belice, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y República Dominicana.
Aunque el vocablo Mesoamérica fue creado después de la conquista española y significa “la Mitad de América” la zona estaba desde antes poblada por sociedades en las se utilizaba la tecnología y el arte y a pesar de sus peculiaridades, tenían en común, una dieta basada en maíz, frijoles y calabaza, mitos de sus orígenes similares, un calendario, sistema de escritura, sacrificios humanos, entre otros.
Hoy esta iniciativa retoma todo lo que comparte esta región y fortalece la integración y el desarrollo mediante la potencialización del multilateralismo la complementariedad y la cooperación entre los países de la región, a fin de ampliar y mejorar sus capacidades y hacer efectiva la instrumentación de proyectos con beneficios concretos para sus sociedades en materia de infraestructura, interconectividad y desarrollo social.
El Proyecto Mesoamérica incorpora áreas como: biocombustibles; telecomunicaciones; transporte facilitación comercial; medio ambiente y cambio climático; competitividad y desastres naturales y vivienda. A través de dichos proyectos todos los países cooperantes participan con su conocimiento, experiencia y con sus recursos para atender las necesidades que el desarrollo sustentable que la región demanda.
Dentro de estos proyectos se destaca el desarrollo de un plan de trabajo común en materia de Telecomunicaciones y de Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) que permita la construcción y la implementación de una Agenda Digital Mesoamericana (ADM), brindar respuesta al impacto del COVID-19, mediante un modelo de múltiples partes interesadas.
La ADM debe responder a situaciones que ya eran muy evidentes antes del COVID-19; Mesoamérica está rezagada en productividad y en competitividad, si bien se ha incrementado el uso en la banda ancha, este uso tiene poca incidencia en la producción. Por otro lado, la brecha digital persiste y las inversiones en infraestructura se hacen necesarias, la reactivación de los Fondos de Acceso Universal, políticas para la inclusión social y equidad de género, así como un uso y aprovechamiento del espectro radioeléctrico.
A la luz del COVID-19 la ADM debe responder también desde una visión de integración, colaborativa, abierta, informada, centrada en el individuo y que aporte a la recuperación económica provocada por esta crisis. La crisis desatada ha dejado claro, si no lo estaba ya, el alto grado globalización particularmente en las plataformas digitales. Desde la perspectiva regional esto es una gran oportunidad para el desarrollo de la política pública regional con el objeto de fomentar la igualdad entre y dentro de los países y adecuarlos a la nueva realidad, en áreas de salud, educación, seguridad, turismo etc.
En este contexto, la ADM deberá buscar potencializar la economía digital como herramienta para conciliar estas brechas, evidentes entre la actividad económica, el bienestar humano, y la sostenibilidad ambiental, planteando en el horizonte las tecnologías emergentes. Además, debe rescatar el rol fundamental de la política pública regional como elemento orientador de este proceso, en forma ética, para poder alcanzar el máximo potencial de las TIC, en donde la región mesoamericana tiene enormes desafíos y oportunidades.
La brecha digital es un fenómeno que se evidenciando aún más durante la pandemia, ha mostrado como los más vulnerables son los que han llevado la peor parte y se han limitado sus oportunidades para ejercer sus derechos como lo son la educación, salud y trabajo entre muchos otros, el primer punto a tratar en esta agenda es como lograr que esa conectividad no solo sea significativa sino también que logre proporcionar herramientas, generación de capacidades y empoderamiento en tecnologías digitales, además se ser segura y confiable de tal forma que la población no solamente este conectada sino con la posibilidad de utilizar es conectividad en alguna actividad remunerada.
Además del cierre de la brecha digital, la ADM debe proponer reformas fiscales con el objetivo fomentar la inversión en infraestructura, promover la asequibilidad de los servicios y los dispositivos de banda ancha y promover la integración regional basada en corredores logísticos y cadenas de valor mediante las telecomunicaciones y las tecnologías digitales y así facilitar el Comercio Electrónico en Mesoamérica e incluir de manera transversal la seguridad digital desde la perspectiva de planes de ciberseguridad, identidad digital y seguridad ciudadana.
Se debe plantear la necesidad de un regulador independiente, eficaz que facilite la competencia y el desarrollo de infraestructura, así como una política pública que promueva la inclusión, las inversiones, con una estrategia de gobierno digital y con políticas de espectro radioeléctrico en pro de la recuperación económica, como parte de un ecosistema que permita las asociaciones público-privadas.
Para el caso de las pequeñas y medianas empresas (PYMES) la situación es parecida en tanto muchas de ellas han desaparecido como consecuencia de la pandemia, sin embargo, las que han logrado sobrevivir han sido aquellas que de alguna forma habían iniciado los procesos de digitalización y que por ejemplo pudieron seguir ofreciendo sus productos mediante plataformas digitales. Eso también ha sido una gran enseñanza de los últimos meses por que la ADM debería proponer políticas y acciones para acompañar a las PYMES en su proceso de transformación digital sobre todo en aquellas que sean parte de los sectores productivos.
En este contexto por obtener resultados, los responsables del desarrollo e implementación de la ADM pueden beneficiarse del apoyo de diferentes instituciones técnicas especializadas, incluidos sus aliados los Bancos Multilaterales de Desarrollo (BID, CAF, BCIE) así como como instituciones como la CEPAL que de hecho ya son parte del Proyecto Mesoamérica.
El resto es grande, además de aportar para la recuperación económica, en la actualidad, los reguladores y los responsables del diseño de políticas se enfrentan a múltiples desafíos; deben abordar los aspectos tradicionales de las Telecomunicaciones y las TIC, redefinir sus roles para abordar las cuestiones normativas, de competencia y políticas que surgen de las plataformas digitales y las nuevas tecnologías y como evitar que este diseño sea inmune a la obsolescencia tecnológica.