El Congreso Latinoamericano de Telecomunicaciones en su versión 2019 – CLT19 –fue, como de costumbre, un espacio en el que los agentes de la industria de toda la región se reunieron para identificar posibles soluciones o caminos a seguir para atender los retos que presenta la evolución tecnológica y la transformación digital.
Alrededor del mundo se habla de la adopción de nuevas tecnologías, de la aplicación de la Inteligencia Artificial, el blockchain, el Internet de las Cosas, el Big Data y la analítica de datos, entre otras, para promover la transformación digital de los sectores productivos. Más aún, se discute de manera abierta, pero en algunos casos sin suficiente información, sobre el impacto no solo económico sino también social de la adopción de soluciones basadas en estas tecnologías.
Diariamente observamos que en diversas partes del mundo se diseñan y ponen en funcionamiento este tipo de soluciones innovadoras, así como también vemos que los gobiernos intentan descifrar la mejor manera de adoptar reglas para minimizar el impacto que tienen o se espera que tengan estos nuevos desarrollos en los ciudadanos, ya que no existe experiencia suficiente, o medición del efecto de las reglas adoptadas en algunos países, dada la velocidad con que están ocurriendo estos cambios. La OCDE, por ejemplo, lanzó en mayo de este año una recomendación sobre los principios que deberían ser aplicados en el diseño e implementación de sistemas de Inteligencia Artificial, constituyendo así la primera propuesta de política a nivel mundial de un listado específico de elementos a tener en cuenta para el adecuado desarrollo y adopción de esta tecnología, mientras que sistemas de este tipo ya funcionan en multiplicidad de actividades de la vida diaria.
Latinoamérica no puede quedarse atrás. Si queremos participar activamente en la cuarta revolución industrial, debemos generar el ambiente adecuado para que esta dinámica de cambio también se dé en nuestra región. Es allí donde se hace necesario que los gobiernos latinoamericanos definan la línea de acción a través de la cual van a promover los procesos de transformación digital a nivel nacional, adoptando estrategias digitales que enfoquen la definición de políticas públicas sectoriales en un solo camino, para de esta manera alinear los esfuerzos internos en las fortalezas que cada uno de nuestros países tiene.
Bajo este entorno de transformación digital, el sector TIC adquiere una mayor relevancia y un papel fundamental. De nada sirve plantear una política de transformación digital que deje de lado la conectividad y la apropiación del internet por parte de la ciudadanía.
De acuerdo con GSMA, las dos barreras más importantes para alcanzar los objetivos que se plantean con la introducción de las nuevas tecnologías de redes de comunicaciones en Latinoamérica son la asequibilidad y contar con la infraestructura necesaria. Las presiones macroeconómicas, la depreciación de las monedas nacionales en los últimos años, los altos niveles de inequidad en la región y la gran carga impositiva, han dificultado la inversión por parte de los operadores y la adquisición de terminales y servicios por parte de los usuarios. Debido a esto, se observa un retraso en la adopción de redes de 4G en comparación con los promedios mundiales. Se prevé que en 2025, por la presencia de estas barreras en la región, los suscriptores de 5G representen solo el 8% del total, mientras que a nivel mundial se tendrá un promedio de 15% de suscriptores de 5G, con regiones como Norteamérica y Europa que estarán en el 49% y 29%, respectivamente.
Esto demanda de nuestro sector una serie de acciones que fueron discutidas en el marco del CLT19, y que se encuentran en recomendaciones de distintos organismos internacionales como la UIT y la OCDE, y de organizaciones como la GSMA y CAF. Dentro de las principales conclusiones del CLT19 vale la pena resaltar: la simplificación regulatoria y la adopción de políticas de despliegue de nuevas tecnologías. Los reguladores deben iniciar inmediatamente el proceso de eliminar de la regulación toda la carga innecesaria para los agentes regulados, a través de análisis costo-beneficio o costo-efectividad de la regulación existente, así como de la nueva regulación que se pretenda expedir. Y en relación con el despliegue de redes, no pensar solo en 5G como foco de la estrategia, sino en cómo fortalecer y ampliar las redes de 4G y las redes de fibra óptica existentes para que realmente se conviertan en una herramienta de reducción de la brecha digital entre regiones al interior de cada uno de nuestros países.
Estas acciones que quedaron delineadas como conclusiones del CLT19 son indispensables. Sin embargo, así pongamos el mejor esfuerzo en llevarlas a cabo, las actividades que se propongan o implementen no tendrán el mismo resultado si no consideran, en primer lugar, la necesidad de cambiar la manera de pensar. Si continuamos utilizando reglas tradicionales vamos a tener como resultado lo mismo que hemos observado en el pasado. Es necesario considerar nuevos elementos para la definición de la política pública y la regulación, así como para el diseño de soluciones y ofertas adecuadas a las necesidades de la población. Y, en segundo lugar, se requiere proceder en esta tarea bajo un marco de colaboración entre actores. Las instancias de gobierno deben encontrar las soluciones a los retos de la transformación digital nacional a través del trabajo coordinado. Industria, sociedad civil y gobierno deben colaborar entre sí para definir las soluciones que se ajusten de mejor manera a las necesidades de cada uno de estos grupos. Y a nivel regional, debemos colaborar entre países para posicionar la región como actor relevante en la cuarta revolución industrial.