La diseminación de la pandemia del Covid-19, un fenómeno sin precedentes en los últimos 100 años ha cambiado drásticamente el panorama económico a nivel global, y también en Centroamérica. Las medidas para contener el virus, y sus propios efectos, han generado una paralización de la actividad económica que se provocará un decrecimiento del PIB subregional por encima del 2.3%[1]. Buena parte de esta recesión se justifica por la disminución en la actividad de EE.UU. -principal socio comercial-, por la temporada de ingreso 0 para el turismo, y por la baja en las remesas. Centroamérica, con más de 50 millones de habitantes, es una región muy integrada comercialmente. El 25% de las exportaciones se realiza intrarregionalmente, y el 37% se dirige hacia EE.UU.
Debido al distanciamiento físico obligatorio decretado en los países centroamericanos desde la segunda mitad de marzo, se ha generado, como en la mayoría de los estados del mundo, un aumento considerable en el tráfico de las redes de telecomunicaciones. Según los proveedores de servicios se reporta un alza de hasta un 50%. Este crecimiento se hace aún más visible en el upstream, producto del teletrabajo y la teleducación. Los beneficios de las inversiones en infraestructura realizadas por los operadores de mercado son hoy más visibles, pues las redes han sido resilientes a los cambios de demanda y han podido garantizar la continuidad de la actividad económica, educativa, de entretenimiento y el contacto social.
La pandemia ha sido un acelerador para el teletrabajo. Estando previamente preparadas o no, las empresas han tenido que emprender la tarea de continuar su actividad con sus colaboradores desde los hogares. El Presidente de El Salvador ordenó el 18 de marzo cerrar los call centers para evitar los contagios, sin embargo, el regulador de telecomunicaciones requirió mantener disponibles estos centros de soporte para garantizar a los usuarios la conectividad. Hoy la funcionalidad se mantiene gracias a la opción del trabajo remoto, implementada en tiempo récord.
En Centroamérica, ITA-LAC[2] menciona como principales sectores proclives a ser “teletrabajables”, el sector de banca y finanzas, el sector tecnológico, y los servicios: BPO (Business process outsourcing) y call centers, esto referido a organizaciones en su mayoría transnacionales o empresas locales que tercerizan servicios para estas, donde impera la formalidad y un recurso humano especializado. Por supuesto, estas posibilidades para las PyMes son más reducidas y por ende les hace más vulnerables al impacto económico de la pandemia. Además, en esta situación de vulnerabilidad se debe incluir a los centroamericanos que están en la informalidad, situación prevalente en la región. En Panamá, según el Banco Interamericano de desarrollo, el 50% de las personas ocupadas son empleados informales, en 2020.
Es importante señalar que la industria de servicios ha ido en crecimiento en los países centroamericanos. De acuerdo con los datos de la Secretaría de Integración Centroamericana (SIECA) cerca del 60% de los empleos generados en la región son en el tercer sector, siendo el aporte en cada uno de los países superior al 50%. En este sector es destacable que los servicios no tradicionales, ya en 2016 representaban un 25.4% de las exportaciones totales. Aquí se incluyen los servicios empresariales, informática e información y los servicios financieros, lo cuales se colocan por su base tecnológica en la posibilidad de ser ejecutados con opciones de teletrabajo.
El teletrabajo no es un asunto estrictamente novedoso. Por ejemplo, Brasil tiene más de 20 años de implementarlo. En Centroamérica, antes de la pandemia, solo Costa Rica y Panamá contaban con un marco jurídico para regular esta relación de empleo. Los Congresos de Honduras y El Salvador dictaron sus respectivas leyes durante el actual estado de emergencia; y en Guatemala aún no hay una Ley específica aprobada, aunque existe una iniciativa presentada ante el Congreso.
Con ley o sin ella, el teletrabajo se ha venido aplicando en los países de la región. En Costa Rica, el PROSIC de la Universidad de Costa Rica, en su informe 2019, presenta un sondeo a empresas de diversos sectores donde el 42% indicaron que aplicaban teletrabajo; y 2 de cada 5 lo hacen hace más de 2 años. Según este sondeo las preocupaciones a asociadas al teletrabajo han evolucionado en el tiempo, pues en el 2017 estaban ligadas a temas técnicos, como las herramientas y la conectividad, y hoy las principales alertas son las consideraciones legales de la relación laboral. Desde el 18 de marzo en este mismo país, según informes del Gobierno Central, 14.000 funcionarios públicos pertenecientes a 56 instituciones se encuentran en modalidad de teletrabajo. En Guatemala, un estudio de la firma Grant Thornton realizado durante el confinamiento a 165 gerentes de empresas y trabajadores, indica que para 8 de cada 10 entrevistados su medio laboral es el teletrabajo, y el 56% no lo habían practicado antes. Por otra parte, el 84% están dispuestos a continuar con esta modalidad incluso cuando se levanten las restricciones sanitarias.
El teletrabajo llegó para quedarse, las circunstancias hoy lo obligan, y probablemente en un futuro cercano sea la opción más viable para lograr la sostenibilidad de las empresas en la post-pandemia. Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. Aún se debe hacer un esfuerzo para garantizar que esta opción sea beneficiosa para ambas partes de la relación, un apropiado entorno laboral en el hogar, incluyendo espacio físico y equipamiento, seguros de riesgos del trabajo ajustados, la conciliación familiar -sobre todo para la mujer teletrabajadora-, la ciberseguridad y el ajuste de la medición del desempeño, entre otros.
Sin dudas, la instalación de políticas públicas orientadas al desarrollo de habilidades digitales, conjuntamente con la expansión de la banda ancha, pueden potenciar la experiencia generada durante la pandemia en lo que se refiere al teletrabajo en el sector servicios e impulsar su crecimiento, en una región centroamericana demográficamente joven y con una urgente necesidad de crear empleo de calidad para sus habitantes fomentar el desarrollo del teletrabajo será un factor clave para la reactivación económica.
[1] Estimación del Informe de CEPAL, Abril 2020
[2] Internacional Telework Academy – Chapter Latin America and Caribbean