Paula Ferrari
Directora de Comunicaciones y Marketing para las Américas, GSMA

Pudimos avanzar, pero ¡ahora estamos retrocediendo!

Un análisis sobre los retos y oportunidades del cierre de la brecha digital de género en América Latina en los últimos tiempos.

Todos sabemos que el continuo desarrollo de nuevas tecnologías y su aplicación a los procesos económicos, políticos y sociales está creando nuevas oportunidades que pueden mejorar la calidad de vida humana.

Sin embargo, a nivel mundial existe una brecha de género del 12 % en el acceso a Internet. Esta cifra se eleva a casi el 31% en los países menos desarrollados, y esto se debe en gran parte a que las mujeres aún quedan rezagadas en la adopción de teléfonos móviles, el medio más frecuente de acceso a Internet en los países en desarrollo.

Los teléfonos móviles son herramientas importantes para mejorar la vida de las mujeres en países de bajos y medianos ingresos. Las ayudan a sentirse más seguras y conectadas, a ahorrar tiempo y dinero, y a acceder a servicios como dinero móvil o posibles oportunidades de educación y empleo.

Después de años de progreso hacia la inclusión digital de las mujeres, ahora estamos viendo una desaceleración y, en algunos casos, un retroceso. En países de ingresos bajos y medianos, 59 millones de mujeres adicionales comenzaron a usar Internet móvil en 2021, una caída significativa con respecto al año anterior, cuando casi el doble había comenzado a usarlo. Las mujeres siguen siendo un 7 % menos propensas que los hombres a poseer un teléfono móvil y un 16 % menos propensas a utilizar Internet móvil. Esto significa que todavía hay 264 millones menos mujeres que hombres con acceso a internet móvil. Se necesitan urgentemente esfuerzos significativos y coordinados para reducir la brecha de género y garantizar que las mujeres puedan participar plenamente en una sociedad más digitalizada.

En los últimos dos años, la pandemia de COVID-19 reforzó la importancia del acceso a Internet móvil. Los teléfonos móviles han permitido a las personas mitigar algunos de los impactos negativos de la pandemia al proporcionar acceso continuo a información, atención médica, educación, comercio electrónico, servicios financieros y oportunidades de generación de ingresos. Sin embargo, la pandemia también puso de relieve la marcada brecha digital, y aquellos que no tienen acceso a teléfonos móviles e Internet móvil corren el riesgo de quedarse aún más atrás.

Si bien en países de ingresos bajos y medianos el 84 % de las mujeres ahora posee un teléfono móvil y el 60 % usa Internet móvil, la propiedad y el uso de teléfonos móviles siguen siendo desiguales. En estos países, las mujeres aún tienen menos probabilidades que los hombres de tener acceso a teléfonos móviles y utilizar Internet móvil, dinero móvil y otros servicios móviles. Esto es particularmente cierto para las mujeres más vulnerables, incluidas aquellas con bajo nivel de alfabetización, bajos ingresos, que viven en un área rural o tienen una discapacidad. Incluso cuando las mujeres tienen los mismos niveles de educación, ingresos, alfabetización y empleo que los hombres, sigue siendo menos probable que tengan un teléfono móvil o usen Internet móvil, lo que sugiere otros problemas en juego, como la discriminación y las normas sociales.

En América Latina y el Caribe solo el 4 % de la población vive en áreas sin cobertura de banda ancha móvil; sin embargo, el 40 % de la población que vive en áreas con internet móvil no lo está utilizando. A esto llamamos la brecha de uso. Abordar esta brecha de uso es clave para impulsar la inclusión digital. Esto incluye garantizar que las mujeres puedan acceder y utilizar Internet móvil para satisfacer sus necesidades.

La realidad es que en la región aún existen 30 millones de mujeres que no tienen teléfono móvil y 60 millones de mujeres que no poseen un teléfono inteligente. Esto es significativo, ya que la propiedad de un teléfono inteligente es fundamental para impulsar el uso de Internet móvil.

En nuestra región son 67 millones de mujeres las que no utilizan internet móvil. Por lo tanto, hay una oportunidad importante. Y si bien las cifras generales de brecha de género móvil para América Latina pueden ser relativamente bajas comparadas con otras regiones, existen disparidades significativas cuando se profundiza un poco más.

Por ejemplo, en Guatemala, vemos que las mujeres tienen un 20 % menos de probabilidades de poseer un teléfono inteligente que los hombres y que existe una brecha de género importante entre los mayores de 45 años. Además, cuando observamos el uso de Internet móvil, existen importantes brechas de género ya que las mujeres utilizan sus teléfonos móviles para una pequeña variedad de actividades en línea.

En general, en los países de ingresos bajos y medianos, las principales barreras son la asequibilidad (en particular, de los teléfonos inteligentes), la falta de alfabetización y habilidades digitales, y las preocupaciones sobre seguridad y protección. En América Latina, más que en otras regiones del mundo, las preocupaciones por la seguridad ocupan un lugar destacado como una barrera para la propiedad de dispositivos móviles y el uso de Internet móvil, tanto para hombres como para mujeres.

Cerrar la brecha de género móvil nunca ha sido más crítico y abordarla proporciona importantes beneficios sociales y comerciales. La conectividad hoy se muestra como vital para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, incluidos los relacionados con la salud, la educación y la inclusión financiera. Investigaciones de la GSMA en 2019 indican que, durante un período de cinco años, cerrar la brecha de género en el uso de Internet móvil en los países de ingresos bajos y medianos podría generar un crecimiento adicional del PIB de USD 700 mil millones.

En conclusión, la tecnología y la conectividad juegan un rol fundamental en el objetivo de alcanzar la verdadera igualdad. Son el puente que democratiza el acceso, crea oportunidades y construye futuro. Por eso es importante seguir trabajando para cerrar la brecha digital de género. Para ello necesitamos una mayor inversión en todos los ámbitos: necesitamos desarrollar habilidades de alfabetización digital en los sistemas educativos, superar las desigualdades en el acceso, integrar las perspectivas de género en todas las estrategias y planes, recopilar datos más precisos, y diseñar políticas para servicios, aplicaciones y contenidos relevantes.