Narciso Casado Martín

Secretario Permanente de CEIB (Consejo de Empresarios Iberoamericanos)
La mejora del marco institucional-normativo y el refuerzo de la gobernanza pública son garantías para asentar un clima de seguridad y confianza para las inversiones

Por su amplia experiencia en el mundo de la empresa en el Consejo de Empresarios Iberoamericanos (CEIB), la Confederación Española de Organizaciones Empresariales CEOE), el Centro Iberoamericano de Arbitraje (CIAR) o  instituciones como ICEX España Exportación e Inversiones, qué observa que necesitan las empresas en España y América Latina para avanzar en la digitalización de sus procesos productivos, algo que ha sido señalado como clave para el aumento de la productividad en la recuperación post-pandemia?

Estamos asistiendo a un punto y aparte en nuestro día a día, todos, por esta crisis sanitaria que tanto nos está influyendo.  Creíamos tener casi todas las respuestas y nos han cambiado las preguntas. Y en este proceso la tecnología, la innovación y la digitalización, están siendo el eje central como respuesta a nuevas cuestiones, a nuevos planteamientos y a nuevas realidades. Desde las tareas de identificación, detección y seguimiento del virus, facilitando la implementación del teletrabajo, o la adaptación de los modelos de negocios a nuevos hábitos de consumo, por citar algunos ejemplos.

Desde las organizaciones empresariales y empresas llevamos tiempo solicitando que el apoyo a la digitalización se sitúe en el centro de la diana de las políticas de los gobiernos de nuestros países. Sólo de esa manera conseguiremos que se aplique de manera transversal en todos los procesos productivos de nuestra economía.

Como no puede ser de otra forma, también insistimos en la necesidad de canalizar adecuadamente los recursos disponibles para la recuperación de la economía, priorizando la digitalización de las empresas, sobre todo en materia de financiación, y especialmente para las pymes. Entre las medidas a implementar, destaca la necesidad de contar con un sistema fiscal de apoyo a la I+D+i estable, que contemple adaptar los tipos de interés, plazos de amortización y carencia, y flexibilizar las condiciones de los avales de los préstamos, ligados a las ayudas públicas, a la realidad de los mercados y a las características de las empresas receptoras.

Además, tanto desde CEOE como desde el resto de las organizaciones empresariales iberoamericanas, consideramos  esencial que se impulsen programas de asistencia técnica y formación que posibiliten el buen uso de las tecnologías digitales, y se pueda generar un ecosistema de interconexión a través del que difundir las experiencias, las iniciativas y sus efectos.

Por último, señalar que este proceso debe ir acompañado necesariamente de la digitalización de la Administración pública, para agilizar entre otros asuntos, los trámites aduaneros y de importaciones, y potenciar las herramientas destinadas a la internacionalización a través de canales digitales.

¿Qué importancia tiene la certidumbre y la seguridad jurídica a la hora de que se promuevan las inversiones necesarias para la transformación digital en los diferentes países de la región? ¿Cómo valora la evolución de la institucionalidad en América Latina?

Es cierto que se han logrado avances muy importantes en este sentido. Sin embargo, los empresarios valoramos la seguridad jurídica, la previsibilidad y la certidumbre como elementos decisivos para asentar, reforzar y redirigir los esfuerzos necesarios en materia de inversión tendentes a lograr la transformación digital de los países de la Región. Los que se queden fuera de este proceso verán como sus empresas pierden competitividad a nivel internacional.

Para ello, es fundamental que desde las distintas administraciones se fomente un clima de estabilidad favorable a las empresas, sin generar más impuestos, ni aumentar la carga fiscal, sin mayores costes ni trabas burocráticas, y creando un marco legal atractivo en el que prime la seguridad jurídica, indispensable para luchar contra la incertidumbre y el miedo.

Necesitamos un marco de protección adecuado en el nuevo entorno post-Covid, ante el incremento de la conectividad, el uso de datos y el intercambio de información. El respeto a la propiedad industrial e intelectual será todavía más necesario.

Frente a esta situación, la mejora del marco institucional-normativo y el refuerzo de la gobernanza pública se erigen como garantías a la hora de asentar un clima de seguridad y de confianza para los inversores, temas todos ellos a los que estamos prestando una dedicación especial desde CEIB, sus organizaciones, las instituciones de Iberoamérica, los organismos multilaterales y financieros.

¿Qué ejemplos puede darnos sobre procesos de transformación digital empresarial que constituyan modelos de buenas prácticas?

La transformación digital es una enorme oportunidad para desarrollar nuevos modelos de negocio y, por ello, hay que plantearla siempre ligada a la innovación y al desarrollo emprendedor. La digitalización es una de las materias a la que las organizaciones empresariales miembros de CEIB han prestado mayor atención en los últimos años, y, especialmente a raíz de la pandemia y al distanciamiento social que ha traído consigo. La hoja de ruta de las 24 organizaciones miembros de CEOE está jalonada con claros ejemplos de buenas prácticas. En este sentido, me gustaría centrarme en alguna de ellas.

En Argentina, la UIA (Unión Industrial Argentina) y la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales), han puesto en marcha un programa de digitalización de las Pymes,  que representa un ejemplo de colaboración entre países en materia de transformación digital, con el claro objetivo de mejorar su competitividad.

Otro buen ejemplo es Brasil, donde la Confederación Nacional de la Industria (CNI), a través del Servicio Nacional de Aprendizaje Industrial (SENAI), y el Ministerio de Economía, han lanzado el programa Aprendizaje 4.0 para capacitar a los jóvenes en temas de digitalización e innovación para promover su empleabilidad. El objetivo es que los estudiantes experimenten en el mundo real las necesidades digitales en una de las miles de empresas asociadas al SENAI.

Chile es otro caso a destacar, ya que la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) es miembro desde 2019 de la iniciativa público-privada TalentoDigital, impulsada en conjunto con el Ministerio de Hacienda, Ministerio del Trabajo y Previsión Social, Corfo, Sence, Sofofa, Acti, Kodea y Fundación Chile, con el objetivo de formar a 16 mil personas en tecnología de la información entre 2019-2022. El objetivo es acelerar la transición digital de Chile hacia una economía más moderna que pueda hacer frente a la nueva demanda del mercado y hacer frente a la brecha de profesionales especializados en digitalización.

En Colombia, la Asociación Nacional de la Industria (ANDI) ha apostado decididamente en los últimos años por la transformación digital. En 2016 creó la Vicepresidencia de Transformación Digital, para ser pionera en esta materia y con el objetivo de que Colombia y sus empresarios sean digitales e impulsar un cambio de mentalidad que facilite la transformación de los modelos de negocio. Se han celebrado también numerosos webinars a lo largo de este año sobre la materia y la 5ª edición del  Congreso Empresarial  Colombiano de la ANDI con un claro protagonismo de estas materias.

En el caso de España, por no alargarme más, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) ha puesto en marcha este año junto con la Fundación Telefónica el programa “Profesionales 4.0” para impulsar la digitalización y contribuir a la formación de los trabajadores según las necesidades específicas de cada sector. La CEOE elaboró, además, el “Plan Digital 2025. La digitalización de la sociedad española”, que se estructura en tres pilares fundamentales: innovación, educación y emprendimiento, integrados por las administraciones públicas, las empresas y los ciudadanos, de manera que se desarrollen en un entorno digital responsable.

Éstos son sólo algunos de los ejemplos de buenas prácticas en materia de transformación digital, pero en todos los países de la Región, y desde sus organizaciones empresariales, se han implementado diversas medidas orientadas a la digitalización, siendo conscientes de su importancia, no sólo para hacer frente a la pandemia e impulsar la recuperación económica, sino de cara al futuro.

¿Qué papel juega la Economía Naranja, la economía creativa, para el desarrollo y el crecimiento económico de la región? ¿Qué medidas pueden ayudar a impulsarla?

Son la gran apuesta de futuro de la Región Iberoamericana, especialmente en estos difíciles momentos. Representan un 3% del PIB Mundial, dan empleo a 29,5 millones de personas en el mundo, más de lo que aportan sectores como el de las telecomunicaciones.

Los ingresos de estas industrias ascienden a 2,25 billones de US$, más que el total de la industria automovilística de Japón, Estados Unidos y Europa. Su aportación en Iberoamérica va del 2% del PIB en Chile a más del 10% en Brasil.

Estoy plenamente seguro que han llegado para quedarse con nosotros y que aportarán mucho a la recuperación económica y social tras el COVID.  Definidas en estos 7 conceptos: información, instituciones, industria, infraestructura, integración, inclusión e inspiración. Quizá el secreto, además de convertir ideas en bienes y servicios, esté en que cuando apoyamos las industrias culturales lo estamos haciendo por los ciudadanos, por la convivencia y también por la estabilidad social y por la inclusión, sin duda.

La economía naranja debería convertirse en un motor de innovación en el que sustentar nuestras economías y diversificarlas. Tiene mucho que ver con la competitividad y la productividad en Iberoamérica. Para el desarrollo de estas industrias, la hoja de ruta pasa necesariamente por inversiones decididas, revisión de políticas públicas y marcos fiscales y normativos que las apoyen, todo ello bajo una estrecha colaboración entre las instituciones públicas y privadas. Tenemos un gran potencial y ventajas propias en la región Iberoamericana, como son el talento, dos lenguas comunes y una cultura que nos une, un extraordinario caldo de cultivo para contemplar estas industrias también llamadas de los intangibles como una gran realidad en un futuro cercano.

Una muy buena parte del tejido empresarial español y latinoamericano está constituido por Pequeñas y medianas empresas, ¿cómo evalúa el nivel de digitalización de las mismas? ¿Qué políticas o incentivos concretos se pueden llevar a cabo para fomentar la transformación digital de las Pymes?

La pandemia ha puesto de relieve el hecho de que acelerar el proceso de digitalización no es una opción sino una urgente necesidad. Las empresas más digitalizadas han demostrado ser más resilientes y las más capacitadas para hacer frente a las consecuencias de la crisis.

Pero la crisis aporta una realidad en la que medidas decididas de impulso en los procesos de digitalización de las pymes se hacen indispensables. Por poner el ejemplo de España, menos del 20% de estas empresas dispone de un plan digital. Las pymes en la Región, representan el 99% del tejido empresarial, generan cerca del 30% del PIB y un 70% del empleo.

Por ir a lo concreto, es indispensable facilitar el acceso a la liquidez de las pymes; evitar subidas de impuestos que penalicen aún más a empresas, que normalmente carecen de los mismos recursos que las grandes; impulsar la simplificación legislativa y administrativa, facilitando así los procedimientos administrativos de ayudas a empresas dentro de las administraciones, y posibilitando la gestión a través de una “Ventanilla Única”.

Otro tema importante, es la formación y retención de talento en nuestra Región, especialmente mediante la adecuación de los planes de estudios universitarios y la formación profesional acorde a las necesidades reales de las empresas. Se debe fomentar los estudios de carreras científico-técnicas,  también denominadas STEM (ciencias, tecnología, ingeniería, matemáticas), por ser éstas las que, en mayor medida, se adaptan a las necesidades digitales y de innovación. Y también incidir en el apoyo a la transferencia de tecnología, facilitando así la permeabilidad hacia el tejido productivo y la sociedad de la investigación que se realiza en las universidades y centros de investigación.

Un ejemplo concreto de apoyo a las pymes, que podría servir para cualquier país, es el programa CEPYME 500, una iniciativa de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa. Consiste en seleccionar cada año a las 500 pymes líderes en crecimiento empresarial, tanto por sus resultados como por su capacidad para generar valor añadido, empleo, innovación y proyección internacional, y acompañarlas y apoyarlas en su proceso.

Para concluir me gustaría apuntar una serie de conceptos para reflexionar y de definen perfectamente el mundo de la empresa, y aplicables a casi todo, especialmente en estos momentos tan complicados. Yo los defino como las 12 “es”: Empresa; Estado; Eficiencia; Educación; Equidad; Eficacia; Evaluación; Éxito; Excelencia; Estabilidad; Espíritu, y Empleo. Un número que va creciendo, seguro que alguno de los lectores encuentra una nueva.

Y un mensaje de optimismo, positivo: alcanzar estas metas, no es un trabajo de un día, sino una labor de continuidad, esfuerzo e ilusión por materializar los compromisos del sector empresarial y del sector público, en temas clave para el desarrollo económico y social de Iberoamérica, lo que representa todo un desafío.

Una Iberoamérica más cohesionada, inclusiva, próspera y sostenible. Una apuesta por Iberoamérica, así reza el lema de CEIB: MÁS IBEROAMÉRICA.