Horacio Romanelli
Director de Asuntos Regulatorios y Sostenibilidad de Millicom (Tigo) y Presidente del Directorio de ASIET

La evolución de las comunicaciones en la era digital: del módem de acceso telefónico al IoT impulsado por 5G

En los últimos años, hemos vivido una vertiginosa evolución en la forma de comunicarnos y pasamos de dar la bienvenida al teléfono móvil a vivir el auge de las redes sociales. Pero ¿cómo este avance ha definido el mercado latinoamericano y cómo anticiparnos al futuro que se aproxima?

Nadie entiende mejor la evolución tecnológica que los nacidos entre los 60’s y 70’s. Somos una generación privilegiada, pues vivimos a plenitud la transición del mundo analógico al digital y -en solo décadas- avanzamos del teléfono de línea fija a comunicarnos a través de textos, videos y pequeñas grabaciones de audio en aplicaciones móviles.

Durante muchos años, el correo electrónico y el fax fueron el epicentro de nuestra estrategia de comunicación corporativa. Los mensajes inundaban nuestros buzones y las primeras promociones online competían por nuestra atención. Después, llegaron los mensajes de texto y los contenidos multimedia, abriendo las puertas a un nuevo canal para el retail y permitiendo nuevas formas de interacción entre los consumidores y las marcas. Finalmente, le dimos la bienvenida a las redes sociales y las aplicaciones de mensajería, como Whatsapp, con sus simpáticos emoticones y stickers. Ahora, vivimos una nueva forma de manejar nuestro dinero con el auge de la banca digital y muy pronto nos sumergiremos en la realidad virtual y el metaverso.

Sin embargo, para la industria de las telecomunicaciones no ha sido un proceso simple y con cambios en tiempo récord. Al contrario, ha sido una historia larga y ardua pues las necesidades suelen avanzar más rápido que la capacidad de cobertura de la infraestructura, con desafíos considerables de accesibilidad a localizaciones remotas y ampliación de velocidad. En muchos casos, las regulaciones no avanzan al ritmo de la tecnología y en otros casos, las soluciones son implementadas sin consolidar pasos previos para un funcionamiento óptimo.

Enfoquemos nuestra vista en América Latina, una región diversa y compleja. Para muchos, ha sido descrita como la “tierra de los contrastes” porque incluye tanto algunos de los países más prósperos del mundo, como algunos de los más pobres. Inclusive, las condiciones socioeconómicas y la accesibilidad de tránsito pueden variar considerablemente entre zonas de una misma ciudad. Asimismo, es el hogar de muchas culturas, idiomas y religiones, y esta diversidad también se hace presente en sus necesidades tecnológicas.

La industria de las telecomunicaciones ha crecido a un ritmo acelerado en las últimas décadas. Desde 8.700 abonados GSM en América Latina en 1996, a casi 210 millones de clientes en 2006, y alcanzar ahora los 450 millones suscriptores móviles.

Sin duda, las telecomunicaciones nos han entregado una realidad muy distinta a la que vivimos hace apenas 40 años. Hoy, accedemos a nuestros ahorros a través de la banca en línea, ejecutamos transacciones diarias, compramos a través de plataformas de e-commerce, gestionamos medicina remota, garantizamos el acceso a la educación, operamos en nuestros trabajos e interactuamos casualmente a través del teléfono móvil. América Latina ha alcanzado más de 450 millones suscriptores móviles y la proyección alcanza los 484 millones en 2025.

Para la industria este crecimiento es sinónimo de responsabilidad y así debe serlo también para todos los entes, incluyendo los gobiernos, pues las telecomunicaciones y los servicios móviles generaron el 7% del PIB de la región en 2019. Con todas estas cifras, es clara la importancia del acceso a Internet, destacando que aún 244 millones de personas carecen de acceso a las autopistas digitales y que este cierre de brecha se transforma en un asunto prioritario para el desarrollo de América Latina

Sabemos que hay nuevas tecnologías en puerta, como 5G que podría representar mayores oportunidades de innovación a mediano plazo. La madurez tecnológica de esta región debe seguir avanzando para poder alcanzar a todos los sectores y que la brecha de conectividad digital pueda cerrarse.

Es importante entender que todos somos socios para conseguir la conectividad. Los inversionistas, el Estado, los organismos regulatorios y las empresas de telecomunicación debemos seguir una ruta clara cuyo objetivo final sea mejorar la vida de los ciudadanos a través del fomento de la productividad, la educación y el desarrollo social.

La demanda por más conectividad es enorme ahora y seguirá aumentando en el futuro. Si queremos estar listos para las próximas décadas los estados necesitan una agenda pro-inversión en redes para así tener la infraestructura que permitirá conectar a los países y así más gente pueda participar en la nueva sociedad digital. ASIET demuestra su valor en este frente. Es aquí que se logra la colaboración con otros grupos e instituciones que pueden dar forma a políticas públicas y agendas de los países en cuanto a conectividad. Me siento orgulloso de formar parte de esta asociación y, además, es un privilegio disfrutar su 40 aniversario junto a líderes comprometidos con una visión en común: cerrar la brecha digital y empoderar a las comunidades a través de la digitalización y la transformación digital de las empresas de la región.

Es momento de movernos al ritmo que el mundo lo hace, de tender puentes de colaboración y de anticiparnos al cambio de la industria. América Latina está lista para una nueva generación digital y es nuestro deber como industria garantizar el desarrollo y la infraestructura para que puedan aprovechar al máximo el potencial de la región. En ASIET creemos en América Latina y es hora de demostrarlo por 40 años más.