Ana de Saracho
Directora de Regulación en Telefónica México/Socia Fundadora de Conectadas

Equilibrio personal en el entorno digital

Blackberry fue el nombre con el que RIM en los inicios del siglo XXI, decidió bautizar a su primer smartphone. Se dice que la razón fue porque este era el término que los terratenientes utilizaban para llamar a la bola negra de hierro que, con cadena y grillete, ataban al pie de los esclavos en Estados Unidos para que no escaparan de los campos de algodón y que luego fue utilizada en las cárceles para evitar la fuga de reos. Así se pensaba que, si los empleados de una compañía tenían uno de estos aparatos, estarían “esclavizados” a sus labores. Ya no habría pretextos para no contestar un correo electrónico fuera de las premisas laborales ni dejar pasar una llamada a cualquier hora y en cualquier lugar. De hecho, desató el rechazo de mucha gente al percibir esto como una manera de invadir espacios familiares y sociales al permanecer atado en todo momento.

A mí, por el contrario, me gusta pensar que fue gracias a ese aparato que pude mantener el equilibrio entre ser una abogada en pleno ejercicio de su profesión y disfrutar al mismo tiempo de mis labores “elegidas” de mamá y ama de casa. Aún recuerdo que gracias a que me dieron uno de esos, pude mantenerme en reposo de un embarazo de alto de riesgo y posteriormente pasar mas tiempo con mis hijos del que la ley me brindaba y, todo esto, cumpliendo al cien por ciento con mis responsabilidades y labrando mi crecimiento profesional.

Pero este es solo uno de los casos, el mío. Sin embargo, no es el de la mayoría de las mujeres de Latinoamérica. Aún existe un altísimo porcentaje de mujeres que enfrentan problemas para encontrar un trabajo bien remunerado debido a su condición de madres y a la falta de acceso a herramientas que les permitan cumplir con ambos roles y balancear su vida profesional y familiar, aún y cuando cuentan con la preparación y capacitación necesaria para desempeñar un puesto. La situación empeora, mientras nos aproximamos a zonas rurales y marginadas, en las que las mujeres ni siquiera tienen la opción de enrolarse en el mundo laboral, por las mismas razones.

Hoy la gama de dispositivos y las funcionalidades con las que cuentan, así como las opciones en contenidos y aplicaciones son mucho mayores. Herramientas de trabajo, educación y capacitación en línea, acceso a redes sociales, mensajería instantánea, trámites en línea, comercio electrónico y transacciones bancarias, entre otros, pueden lograr para las mujeres un entorno personal, profesional y social mucho más amable y accesible. Incluso existen casos de mujeres que han optado por desarrollar nuevos negocios y emprender a través de las nuevas plataformas y no estar sujetas a políticas corporativas poco flexibles para su realidad.

Esto nos debe plantear un reto importante, sobre todo en el nuevo entorno digital. Debemos ver a la tecnología como una herramienta de empoderamiento, de crecimiento y por qué no también como una manera de aumentar la participación de las mujeres en la economía de los países.

Todas las mujeres debieran contar con el derecho de elegir y es nuestra responsabilidad como participantes del sector TIC, desde cualquier trinchera que ocupemos, contribuir en la generación de los mecanismos para lograrlo. El objetivo es ambicioso y los pendientes muchos, así que empezaré por hacer un recuento de estos:

Conectividad, requisito indispensable que requiere la participación conjunta del sector público y privado, para acercar las nuevas tecnologías a toda la población. La creación de incentivos, programas y políticas públicas y la eliminación de barreras para el despliegue de infraestructura son necesarias si se pretende llegar a esta meta en el mediano plazo.

Acceso asequible e igualitario para hombres y mujeres, así como el trabajo intenso para generar políticas laborales con perspectiva de género y erradicar problemas culturales y sociales que mantengan a las mujeres alejadas de la tecnología y aseguren su participación en este nuevo entorno.

Capacitación y desarrollo de habilidades digitales, a fin de que la población pueda obtener de dichos avances tecnológicos todas las ventajas personales, sociales y económicas que brinda, siempre en un ambiente libre y seguro. Para esto, se requiere la actualización y armonización de la regulación para asegurar la mejor experiencia digital.

Y, por último, generar un cambio en las políticas impulsar el empoderamiento de las mujeres acercándolas a otras mujeres que, con su ejemplo y experiencia de vida, les sirvan como modelos para que decidan vencer sus barreras personales y elegir de manera libre, la forma de lograr ese balance que tanto buscamos.