Karla Prudencio
Miembro Conectadas Mx

El papel de los medios alternativos de conectividad para cerrar la brecha de género

Los datos que evidencian la brecha de género son contundentes. En este interesante artículo[1], María Elena Estavillo hace un recuentro de algunas de las principales estadísticas en la materia y, citando al Foro Económico Mundial, concluye que “la velocidad del avance para Latinoamérica significa que tendrían que pasar 74 años al ritmo actual, para que se cierre la brecha de género”.

Para acelerar la reducción de esta brecha, es necesario impulsar la generación de datos más confiables, no sólo del sector público, sino también del sector privado y social. Esto significa básicamente que se tomen en cuenta a las mujeres cuando se analicen y diseñen las estructuras que soportan nuestra sociedad.

Transversalizar la perspectiva de género resulta más fácil o evidente en algunos sectores que en otros. Específicamente en el sector tecnológico, la aparente e “inherente” neutralidad de las tecnologías hace que el análisis de género no se considere o se relegue siempre a un segundo plano. No obstante, a medida que las tecnologías avanzan, esta presunta neutralidad de la tecnología es cada vez menos evidente. Ahora muchas de las tecnologías con las que nos relacionamos son capaces de “pensar” y de tomar ciertas decisiones por sí mismas, replicando el comportamiento humano y con ello sus estereotipos y patrones discriminatorios.

Lo anterior sólo es reflejo de que todavía no resolvemos lo más básico en esta materia. Por ejemplo, a la fecha, no hemos logrado que el acceso a internet no sea un problema que replique las desigualdades de género. Las soluciones tradicionales han servido de poco, sabemos que la brecha entre mujeres y hombres conectados sigue siendo significativa[2]. Si vemos estos datos con mayor capilaridad observamos que la brecha se acrecienta cuando analizamos el tipo de tecnologías a las que tienen acceso, el uso de las mismas y la producción de contenidos.

Si queremos alcanzar el cierre de la brecha de género tenemos que pensar en soluciones alternativas. Es necesario repensar estas tecnologías y su regulación desde una perspectiva que nos permita medir el impacto que tienen en la vida de todas las personas.

Las redes comunitarias son una excelente alternativa a la idea tradicional de conectividad. Su cercanía con lo local permite el análisis de necesidades reales, pero también del territorio en el que se desarrollan y de las dinámicas que promueven o inhiben.  Aunque este tipo de redes pueden replicar patrones de desigualdad, como detalla Karla Velasco en esta presentación[3], también muestran esfuerzos locales por descentralizar el poder y el uso de las tecnologías.

Un ejemplo de cómo la construcción local de iniciativas puede comenzar a abonar a la inclusión es la Intranet colocada por Xamoneta, un colectivo conformado por mujeres pertenecientes a la comunidad purépecha Cherán K’eri. En sus palabras, el proyecto les permitió pensar no sólo en el resultado, sino en “cómo lo queremos organizar y sobre todo para qué”. Ellas no son sólo toman decisión sobre el acceso y los contenidos, sino también sobre el lugar de la instalación, las posibles personas usuarias y el fin que le darán. El acceso a esta toma de decisiones (que se llevó a cabo también dentro de lo comunitario) es una manera de apropiarse no sólo de la herramienta, sino del territorio, del aire y del suelo, de lo que es de todas y todos.

[1] https://asiet.lat/actualidad/opinion/conectadas-mujeres-por-una-sociedad-digital-incluyente/

[2] Según datos de la UIT, la brecha de género aumentó de 2013 a 2016. En la actualidad, existen más de 250 millones menos de mujeres que hombres en línea en todo el mundo. Información disponible en: https://www.itu.int/en/itunews/Documents/2016-04/2016_ITUNews04-es.pdf

[3] https://www.youtube.com/watch?v=4FGoe0DYYtI&feature=youtu.be