Cada día, nuestra huella digital crece dejando un registro de qué hacemos, dónde estamos y hasta de quién nos enamoramos. Casi sin percibirlo, millones de personas interconectadas en todo el mundo nos damos a la tarea de alimentar los algoritmos de aplicaciones que analizan nuestras preferencias y patrones de comportamiento para conocernos mejor. Y aunque suene inquietante, la adopción de las nuevas tecnologías ha demostrado su potencial para mejorar nuestra vida, permitiendo a la sociedad convivir en un mundo digital sin barreras de acceso, distancia o tiempo.
Con el cambio de milenio, las nuevas generaciones conviven entre un mundo físico y otro virtual. Sin embargo, los verdaderos nativos digitales son los que definen lo que sucede en las redes: hoy, 1 de cada 3 usuarios de internet en el mundo tiene menos de 18 años, lo que se traduce en millones de adolescentes que están formando su identidad, comunicándose y socializando en línea. Analizar este dato exige impulsar el desarrollo de habilidades que van mucho más allá de saber hacer historias virales en Instagram, para centrarse en la formación de ciudadanos digitales.
Cuando las personas realizan una búsqueda en internet, 8 de cada 10 eligen la primera página que encuentran y 7 de cada 10 no logran diferenciar entre publicidad y contenido informativo, creyendo que, si el buscador lo puso ahí, es porque debe ser verdad. En un mundo digital donde tenemos una cantidad casi infinita de fuentes y opiniones a nuestro alcance, la construcción y formación de la ciudadanía digital implica ser críticos de la información que existe en la red y responsables con el contenido que subimos para construir espacios que nos permitan ejercer nuestros derechos y proteger nuestra identidad digital.
Este concepto de ciudadanía digital, que viene desde los años 40 de la mano de los pensadores Mario Kaplum y Paulo Freire que cambiaron el paradigma de la comunicación y la educación dándole voz a las audiencias en la creación de contenido, significa hoy hacer un uso responsable y seguro de la tecnología, navegar por el entorno digital de forma crítica reflexionando sobre lo que se ve y poder ser capaces de crear contenido informado. Esto es precisamente lo que en AT&T México buscamos impulsar a través de nuestro programa de ciudadanía digital.
En alianza con la Autoridad Educativa Federal en la Ciudad de México (AEFCM), somos pioneros en incluir el civismo digital en el plan de estudios de más de 2 millones de niñas y niños de educación básica. A través de este programa, buscamos que los estudiantes se conviertan en ciudadanos digitales a través del fortalecimiento de conceptos como el ejercicio responsable de la libertad, convivencia pacífica y resolución de conflictos y sentido de justicia, llevados al entorno digital.
El mundo digital es de todos, por ello, en colaboración con la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) y la organización Yo También, lanzamos este año una campaña conjunta que busca fomentar la ciudadanía digital inclusiva en las y los jóvenes usuarios de los servicios de telecomunicaciones, difundiendo infografías que abordan temas como consumo razonado: La Ley Olimpia y cómo proteger tu identidad; consumo informado: ¿Cómo no caer en noticias falsas?; consumo sostenible: Conoce la cadena completa y la huella que dejas al comprar en línea; consumo seguro: 5 pasos para poner candados a tu celular y evitar el robo de datos; y por último, consumo saludable: Cuando manejas, el celular Puede Esperar.
Creemos que cuando la tecnología es accesible para todas nuestras comunidades y se complementa con su cultura y tradiciones, constituye una herramienta poderosa para el desarrollo sustentable y el fortalecimiento de la identidad de estas. Hagamos un uso responsable, crítico, creativo y participativo del entorno digital para sacar el mejor provecho de él, ejerciendo -y asegurando- nuestros derechos digitales.