ASIET cumple 40 años y es un aniversario para celebrar por todo lo alto, porque no es fácil llegar a cumplir 40 años cuando el foco de tu actividad es el sector de las telecomunicaciones en América Latina, una industria y una región que han experimentado enormes cambios en este periodo.
Pensar en las telecomunicaciones de 1982, cuando ASIET inició su andadura, es pensar casi en exclusiva en la telefonía fija, y el gran reto en ese momento era como asegurar que las comunicaciones de voz llegaran a todas las poblaciones. Un servicio casi extinguido actualmente, la telefonía de uso público, era clave para asegurar que las comunicaciones estuvieran a disposición de todas las personas. Pensar en las telecomunicaciones de 2022 es en realidad pensar en la digitalización, en cómo nos aseguramos que las oportunidades y beneficios de esta lleguen a todos los ciudadanos, empresas e industrias. Porque no hay digitalización sin conectividad, sin esas redes potentes que continúan creciendo en cobertura y capacidades y que conectan todo y a todos abriendo un mundo de oportunidades y, también hay que decirlo, algunos riesgos que tenemos que aprender a gestionar.
Desde la mirada de hoy parece imposible pensar en cómo vivíamos cuando no teníamos un smartphone siempre cerca de nuestras manos para conectarnos con nuestros afectos o, simplemente, para hacer nuestro día a día más sencillo y eficiente. Pero detrás de esa conectividad omnipresente en nuestras vidas están unas redes y unos servicios que han evolucionado enormemente, y que van a seguir haciéndolo, para acompañar a nuestros clientes en sus necesidades de comunicación.
De las redes fijas tradicionales de cobre pensadas para dar servicios de voz hemos evolucionado a redes de FO de alta capacidad que permiten conectar hogares y empresas a velocidades que superan 1 Gbps de velocidad. En el caso de los servicios móviles, la enorme transformación vivida en las últimas décadas, ha supuesto pasar de redes 2G, centradas en servicios de voz, a redes 4G donde los datos móviles nos permiten que nuestros smartphones sean el centro de nuestro mundo digital, esto sin olvidar las grandes oportunidades que van a suponer las redes 5G.
Toda esta transformación no ha sido fruto de la casualidad sino de un esfuerzo continuado de la industria de telecomunicaciones que ha invertido una enorme cantidad de recursos en el despliegue de redes y que no ha dejado de innovar, desarrollando nuevos servicios, soluciones y propuestas comerciales adaptadas a las necesidades de los distintos tipos de clientes.
La potencia y la enorme oportunidad que supone la digitalización se hizo más evidente todavía cuando como resultado de la pandemia del COVID fue necesario mover muchas de nuestras actividades personales y profesionales al mundo digital. Uno de los aprendizajes de la pandemia fue que los países, las industrias y los individuos más digitalizados estaban mejor preparados para enfrentar el enorme impacto de esta.
La pandemia y sus efectos hicieron más evidente la existencia de brechas en América Latina que es necesario cerrar de forma urgente. Sin duda, una brecha muy relevante tiene que ver con la brecha de cobertura. De acuerdo con cifras de GSMA, en 2020 un 7% de la población de América Latina vivía en zonas donde no había cobertura de internet. Esta cifra da idea del enorme esfuerzo realizado por la industria en la extensión de servicios en la región, pero también pone sobre la mesa la urgente necesidad de aunar esfuerzos públicos y privados para avanzar de rápidamente en el cierre de esta brecha de cobertura, en la necesidad de buscar nuevos mecanismos innovadores que ayuden a que el acceso a servicios de telecomunicaciones de calidad sean una realidad en todos los rincones de la región, asegurándonos de que nadie se quede atrás.
Desde Telefónica estamos poniendo mucho esfuerzo en desarrollar un nuevo modelo para extender la cobertura en las zonas rurales y alejadas, el modelo de Internet para Todos (IpT) que ya hemos puesto en marcha en Perú con excelentes resultados. El modelo de IpT, que hemos desarrollado en conjunto con socios tan importantes como BID Invest, CAF y Meta, está basado en un esquema de red mayorista única en las zonas rurales a la que pueden conectarse los operadores móviles, que son quienes mantienen la relación con el cliente final. Gracias a este modelo, en algo más de tres años hemos conseguido llevar cobertura a zonas rurales y alejadas de Perú donde viven casi 3 millones de personas.
La brecha de cobertura más llamativa es la brecha de uso que aún tenemos en la región. De acuerdo con cifras de GSMA, en 2020 un 38% de los habitantes de América Latina no accedían a internet a pesar de vivir en zonas con cobertura. Esta cifra, que es altísima, no se explica por un solo factor sino por una confluencia de múltiples factores entre los que destacaría los que tienen que ver con las habilidades digitales, con la existencia de casos de uso relevantes, así como con la asequibilidad de servicios y dispositivos. Como señalaba al principio de esta nota, la conectividad es una condición necesaria para la digitalización, pero no es una condición suficiente. Hay mucho por hacer en estos y otros aspectos para avanzar rápidamente en el cierre de esa brecha de uso.
A estas alturas hay un elevado consenso en relación a la enorme oportunidad que supone para América Latina el avanzar de forma rápida en el proceso de digitalización (CAF estima que un aumento del 10% en el índice de digitalización puede generar a un crecimiento adicional del PIB del 1,9%), y para esto es imprescindible contar con unas políticas públicas que generen los incentivos adecuados, faciliten la suma de esfuerzos públicos y privados y aseguren la sostenibilidad financiera de la industria y la atracción de inversiones.
Los retos que tiene América Latina por delante en términos de inversiones en redes de telecomunicaciones son muy importantes. A la extensión de las redes y los servicios a las zonas donde estos aún no están disponibles debemos sumar la necesidad de mejorar y aumentar la capacidad de las redes actuales, así como la extensión de las redes de FO y el futuro 5G. El contar con una industria de telecomunicaciones fuerte y con capacidad de invertir es fundamental para desarrollar esas infraestructuras clave para el desarrollo de la región.
En este contexto, la necesidad de un potente diálogo público-privado con un enfoque constructivo se hace más necesario que nunca y el rol de ASIET como articulador de este diálogo va a ser fundamental. Así que además de felicitar a ASIET en su 40 Aniversario y agradecer a los sucesivos equipos que lo han conformado por el excelente trabajo realizado, mi deseo es que ASIET siga ocupando su puesto como actor fundamental en los debates sobre la digitalización de América Latina.